Por: Néstor Estévez
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“Dime a qué le prestas atención y te diré quién eres”. Es una frase que se atribuye al filósofo español José Ortega y Gasset, uno de los escritores favoritos de Manuel Quiroz.
¿Quién es Manuel Quiroz? Algunos lo han preguntado, principalmente desde que supieron de su escogencia como Premio Nacional de Periodismo 2024. Y está muy bien que lo pregunten, siempre que la motivación vaya más allá de la simple curiosidad desorientada. Querer saber puede ser el comienzo de una senda que conduzca a descubrir y a transformar, preferiblemente para mejor.
Quienes lo conocieron antes que yo cuentan que Manuel Antonio Quiroz Cepeda tiene más de 50 años de ejercicio profesional. Él viene de “la escuela” de Germán Emilio Ornes Coiscou. Sus inicios están asociados a Teleantillas y El Caribe, periódico del que llegó a ser director.
Quiroz fue redactor en Rahintel, director del desaparecido periódico Última Hora; llegó a ser jefe de redacción del Listín Diario; director de Noticias en RTVD, HIJB, el periódico Hoy, así como corresponsal de medios extranjeros. Desde hace algunos años se desempeña como director de Noticias SIN.
Pero el Quiroz al que quiero referirme destaca por su pasión por la lectura. Cuando tanta gente piensa que ser periodista o comunicador, como les gusta a muchos, es asunto de “darle pa’llá” a un texto o, mejor, a un micrófono o, mejor todavía, frente a una cámara, Quiroz lo asume como un oficio que requiere de formación y permanente actualización, además de alto sentido del compromiso.
Con altísima frecuencia, a Quiroz se le escucha citar a autores. Mientras escribo me parece estar escuchándolo hablar sobre Ortega y Gasset o sobre cualquier tratadista de temas relacionados con entender la realidad. Me luce escucharlo explicando sobre la incidencia de quien, en base a conocimiento y práctica, aporta a la edificación y evolución de la sociedad.
Por eso Quiroz, además de periodista, es la persona con la que se puede abordar una amplia gama de temas. Hace mucho tiempo que él descubrió que la lectura, principalmente la buena, permite a los periodistas expandir su base de conocimientos en diversas áreas. Él se dio cuenta a tiempo de que así se logra comprender mejor el ámbito en el que se opera y que eso también ayuda a afrontar lo que pueda venir.
De cuando trabajamos juntos, lo recuerdo haciendo preguntas a un reportero que acababa de llegar de la calle y se disponía a escribir sobre un suceso en donde, según decía, había muerto una persona. “¿Pero tú lo volteaste y le tomaste el pulso? ¿Tú estás seguro de que se murió?”. Esas eran algunas de sus preguntas, como manera de asegurarse de que se informaría con absoluto apego a la verdad.
Es que con Quiroz no funciona eso de “dar el palo”, con el riesgo de que luego nos desmientan. Este hombre tiene bien claro que quien informa crea una realidad en el ámbito de la verosimilitud. Él sabe muy bien que lo que tú dices adquiere la categoría de imagen y termina convirtiéndose en elemento clave de tu reputación.
Este experimentado periodista tiene la virtud de combinar los momentos de alta tensión, muy propios del oficio cuando se toma en serio, con ocurrencias que aligeran y hasta hacen entretenida la labor de contar los hechos, aunque sean desagradables.
Y como punto medio de esa diversidad, Manuel Quiroz cuenta con la sensibilidad que permite sobreponerse a la vorágine que, sobre todo en estos tiempos, implica gestionar informaciones, principalmente, noticiosas. Eso le permite mostrar el perfil del ser humano capaz de escuchar, como medio para entender; de asumir el papel de amigo, de confidente y hasta de padre, cuando las circunstancias lo ameritan.
Me hubiese encantado decirlo primero. Pero se me ocurre que, pensando en alguien como Manuel Antonio Quiroz Cepeda, Ryszard Kapuscinski se me adelantó con la siguiente conclusión: “Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona, se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias”.
¡Ojalá mucha gente tenga oportunidad para dejarse influir por Manuel Quiroz!