Por Néstor Estévez
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Con cierta frecuencia necesitamos que alguien o algo nos levante el ánimo para continuar. En breves líneas compartiré el recuento de una vivencia que, además de lograrlo, se ha de convertir en referente para que otros muchos se decidan a emularla.
En un acto que ya se va volviendo costumbre al iniciar cada diciembre, la Fundación Rica acaba de reconocer a tres organizaciones sin fines de lucro que realizan loables esfuerzos en las áreas de educación, salud y medio ambiente.
En un proceso en el que participaron cuarenta y cinco organizaciones de servicio social, y mediante una rigurosa evaluación de sus perfiles y acciones, la Fundación Rica entregó placa de reconocimiento a la Fundación La Merced, en la categoría Educación; a la Fundación Nido para Ángeles, en el renglón Salud, y al Jardín Botánico Nacional Rafael M. Moscoso, en la categoría Medio Ambiente.
Además del reconocimiento, cada entidad ganadora recibe la suma de 1,250,000 pesos, como un apoyo para que continúen realizando su labor de servicio a la sociedad. Como parte de los compromisos de las entidades concursantes, la transparencia debe evidenciarse en el uso de los fondos que reciben.
Hasta ahí puede asumirse que todo está muy bien, pero lo que ocurre en torno a este apoyo a causas nobles implica mucho más. De manera creciente, cada ocasión en la que se ha otorgado el premio que honra al pionero del Grupo Rica, Dr. Julio Brache Arzeno, se convierte en renovación de esperanza.
Por un lado, tanto la cantidad como el impacto del trabajo de las organizaciones que postulan al premio son una clara señal de esa reserva moral y humana que, sin hacer mucho ruido, realiza múltiples acciones dirigidas a seres humanos que quizás encuentran ahí su última esperanza para mejorar su situación.
Pero además estamos ante un grupo empresarial que, inspirándose en el legado de su fundador, demuestra haber entendido que “la imagen corporativa adquiere una importancia capital porque al crear valor para la empresa, se establece como “activo intangible” de carácter estratégico”. (Álvarez Á., 2005).
El Grupo Rica podría, como la inmensa mayoría de las empresas, centrarse solo en las utilidades que generan sus operaciones de producción y comercialización, pero demuestra tomarse muy en serio los valores que enarbola. Para este grupo, cercanía, innovación, confiabilidad y responsabilidad social son mucho más que simples palabras.
Por eso su fundación ha abrazado causas relacionadas con la salud, la educación, el medio ambiente y el deporte. Por eso sus acciones de comunicación van más allá de lo comercial y llegan a lo social. Pero no ha asumido la comunicación como “decir”. Parece haberle hecho caso a Martí, con aquello de que “la mejor forma de decir es hacer”.
Con las entidades premiadas en este año, el Grupo Corporativo Rica, a través de la Fundación Rica, ha asumido prevenir y erradicar el trabajo infantil y la explotación doméstica o sexual comercial de niños, niñas y adolescentes asistidos por la Fundación La Merced. Pero también está apoyando investigación, educación ambiental y recreación, que son los tres pilares del Jardín Botánico Nacional, entidad que orienta sus acciones a conservar, estudiar y difundir la flora dominicana.
Y como si eso fuera poco, fijó su vista en un sector que ha de sensibilizar al más duro de los corazones. Con el reconocimiento y premiación a la Fundación Nido para Ángeles, el Grupo y la Fundación Rica han asumido la enaltecedora tarea de mejorar la calidad de vida de familias que tienen niños, niñas y jóvenes con Parálisis Cerebral.
Ojalá que muchas empresas, cuyas acciones –en el mejor de los casos- llegan a disfraces de caridad, que luego usan para promoción, encuentren en el Grupo Rica un referente para innovar en las maneras de hacer negocios. Ojalá descubran que, en tiempos de la denominada sociedad red, las posibilidades de competir y ganar están altamente condicionadas por la calidad de las alianzas.
Si no se sensibilizan con motivos humanizantes, quizás les mueva el dato de que vivimos tiempos en los cuales “la competencia depende de la habilidad para superar a otras redes gracias a una mayor eficiencia en el funcionamiento o en la capacidad de cooperación”. (Castells, 2009).