Por: Néstor Estévez
nestorestevez.net
Hay quienes citan la Biblia para usar la expresión “vendrán cosas peores”. Lo real es que, con esas mismas palabras, no aparece ese texto en el “libro de libros”.
Jeremías y Mateo incluyen algo parecido, pero no exactamente esas palabras. El tema podrá ser retomado y ampliado en otra ocasión. Esta vez, con esa frase hago alusión a un caso reciente que ha renovado mi pasión por diversas cuestiones agronómicas.
Para mucha gente fue motivo de gran asombro que el rábano desapareciera de los centros de expendio en República Dominicana. Dicen algunos conocedores que su precio pasó, en asunto de horas, desde RD$50 hasta RD$700 la libra.
Por supuesto, no creo que los beneficios fueran a parar a manos de quienes tienen que, truene llueva o ventee, esperar más o menos un mes para cosechar. Bueno, no solo esperar; tienen que encargarse de una larga lista de tareas que inician desde antes de ese mes y regularmente concluyen con un proceso de negociación en donde raras veces llevan las de ganar.
Ahora, ¿qué provocó que en solo horas esta hortaliza aumentará en mil cuatrocientos por ciento su precio? Sencillamente, en un tiempo en el que cualquiera dice y casi todo el mundo cree, cualquier cosa puede pasar. Eso se agiganta con la inmensa cantidad de gente que no sabe lo que tiene entre manos, pero “le da pa’llá”. Y también cuentan quienes hacen de las suyas al asumir como deporte el reenvío de todo lo que les llega.
En este caso, sencillamente, alguien con ciertas “habilidades” usó una que otra trampa para lograr “viralidad” con un video en el que le atribuyen poderes extraordinarios al rábano. El Raphanus sativus L. (nombre científico de esta especie vegetal) ha sido utilizado en diversas culturas tanto por sus propiedades nutricionales como por sus beneficios medicinales. Pero a alguien se le ocurrió otorgarle súper poderes.
Sobre el rábano, publicaciones científicas con cierto nivel de respeto refieren propiedades como gran variedad de vitaminas y minerales esenciales, destacando vitamina C, ácido fólico y potasio (Moghadam, Valizadeh & Varasteh-Kojourian, 2015). Desde hace varias décadas han encontrado en esta planta presencia de compuestos que promueven la secreción de jugos digestivos y ayudan a regular el tránsito intestinal y hasta prevenir problemas como el estreñimiento (Nadkarni, 1976).
Incluso, investigadores orientales refieren que el rábano puede ayudar a regular los niveles de azúcar en sangre (Kim & Hwang 2015). En tanto que estudiosos de la medicina tradicional china se encargan de recordar su uso para el tratamiento del jadeo y la tos con congestión de flema. Y en un admirable acto de honestidad, esos mismos tratadistas sugieren seguir realizando estudios sobre el tema.
Pero ocurre que ahora hay mucho para distraerse. En ese sentido, un virtuoso israelí, fallecido recientemente, nos dejó una gran lección: “una manera segura de hacer que la gente se crea falsedades es la repetición frecuente, porque la familiaridad no es fácilmente distinguible de la verdad” (Kahneman, 2012).
Mucho antes, ya se nos había alertado sobre alienación, relaciones humanas y sociales mediadas y hasta reemplazadas por relaciones de mercado y de consumo, sobre el espectáculo como herramienta de control social (Debord, 1967). Luego se nos advirtió sobre el peligro de priorizar el entretenimiento sobre el conocimiento o de asumir diversión y satisfacción inmediata en lugar del esfuerzo y la reflexión (Vargas Llosa, 2012).
La société du spectacle (La sociedad del espectáculo, en español) y La civilización del espectáculo deberían ser contenidos distribuidos y “viralizados”, en las más variadas modalidades de que se dispone en la actualidad. Sería tarea de quienes realmente quieren aportar a la humanidad. Así lograríamos un auténtico fortalecimiento de capacidades.
Y es que, sencillamente, mientras siga en boga el facilismo de la superficialidad, mientras el escándalo y el entretenimiento se disfracen de periodismo, y mientras la gente sea simple receptora de cualquier cosa, además de difusora de todo, como dice en la Biblia o como dicen por ahí, vendrán cosas peores.