Por: Yovanny Bierd
Mi corazón llora, mi alma se acongoja, mi mirada se pierde en el horizonte, porque la noticia de tu partida aún impacta mi mente y retumba en mis oídos al escuchar que habías partido de éste mundo terrenal.
Te fuiste Noemí del Carmen, y al irte nos deja con el corazón destrozado y un vacío enorme que será difícil de llenar, porque personas como tú, que vino a éste mundo sólo para hacer el bien, para ayudar, para servir, porque viviste para servir, sin esperar nada a cambio, son imposibles de olvidar.
Caramba, Niní, cuantas falta nos hará, a quienes tuvimos el placer de conocerte, de tratarte, de intimar en tu círculo de amistades y familiares; porque fuiste una mujer íntegra, transparente, resiliente, luchadora, guerrera, excelente hija, extraordinaria hermana, insustituible amiga, insuperable profesional.
Lo escucho, lo veo y se me hace imposible creer que te has ido, porque no asimilo tu partida, por eso no quise verte muerta, para conservarte siempre viva, aún recuerdo plasmada tu bella e irradiante sonrisa, tus consejos, tus regaños, pero sobre todo, tu desinteresada solidaridad.
Un ángel se fue, un ángel murió, Dios necesitaba una buena odontóloga en el cielo y por éso te seleccionó a ti, porque Dios solo elije las personas de corazón limpio y noble y aunque duela aceptar tu partida, sé que estarás descansando en un lugar privilegiado en la gloria del señor.
Descansa en paz, Noemí del Cármen Ureña Rojas.