Por Ramón Bierd (Chayanne)
Ser gremialista no es una etiqueta, ni un recurso que se desempolva cada cierto tiempo para aparecer en los momentos de coyuntura electoral. Ser gremialista es un sentimiento profundo, un compromiso permanente con la defensa de los derechos, la unidad y el fortalecimiento de nuestro sector.
Me desvelo por mi gremio porque lo siento parte de mi vida, porque he estado presente en los momentos difíciles y en los de triunfo, porque creo que la representación no se improvisa ni se reduce a discursos de ocasión. La verdadera militancia gremial se demuestra con hechos, con la constancia de estar siempre ahí: acompañando, aportando, proponiendo y defendiendo, aun cuando no haya focos ni campañas.
Aspirar a un cargo gremial no debe ser visto como una meta personal, sino como un deber hacia los compañeros y hacia la institución que nos une. Solo quien ha vivido de cerca los desafíos del gremio, quien ha compartido las luchas y entiende las necesidades de sus miembros, puede ejercer una función con responsabilidad y legitimidad.
El gremialismo exige entrega, respeto a la historia y visión hacia el futuro. Por eso, quienes asumimos este camino debemos hacerlo con la frente en alto y con la convicción de que nuestro único interés es servir, nunca servirse.