Hoy es el día Mundial Forestal y mañana es el día Internacional del agua, dos fechas
seleccionadas precisamente en el inicio de la primavera en este hemisferio, para pasar balance a las condiciones en que se encuentran ambos recursos íntimamente vinculados e interdependientes, uno con el otro.
El agua en su ciclo es considerada en el planeta un recurso inagotable, sin embargo, el agua dulce existente es muy limitada, con un acceso muy restringido y con fuentes altamente vulnerables que si se agotan.
A pesar de ser un recurso tan importante y vital para los seres vivos, es impresionante la forma alegre e irresponsable como lo manejamos, precisamente los humanos que somos los únicos seres inteligentes del planeta.
La naturaleza nos provee el agua gratuitamente con la única condición de que respetemos su dinámica y conservemos las fuentes naturales de las que nos abastecemos. Hemos confundido la condición de recurso gratuito, porque no nos cuesta nada, con la condición de recurso infinito, actuando con la falsa creencia de que las fuentes de agua dulce son inagotables y que su condición renovable hace pensar erróneamente que no debemos conservarlas.
Los ríos son las fuentes de agua dulce por excelencia, ellos nos abastecen de este recurso después de este haber sido procesado por la naturaleza en complejos procesos fluviales que actualmente están siendo desarticulados para dar paso gradual y aceleradamente a procesos pluviales, lo que significa que la destrucción de los espacios más sensibles de los ríos está comprometiendo sus caudales, los cuales se reducen abruptamente en momentos sin lluvias, o de sequías, y solo se manifiestan y aumentan en los momentos de lluvia.
No existe un solo río en la República Dominicana que no tenga síntomas graves de esta enfermedad, son caudalosos y más destructivos cuando llueve, pero se vuelven nada cuando pasan las lluvias. Tampoco existen quienes tengan la intención o el deseo de remediar este grave problema que amenaza las fuentes de agua.
La ganadería avanza, mientras los bosques desaparecen, aunque nos quieran maquillar cifras que hacen creer que tenemos una buena cobertura forestal, la realidad es que los bosques nuestros desaparecen independientemente de que sean de coníferas o latifoliados o que sean de zonas húmedas o secas.
Las grandes corporaciones mineras acechan para caerles a nuestros recursos mineros destruyendo los ríos y dejando un medio ambiente totalmente degradado.
Con la perdida de los bosques ubicados todos en zonas altamente vulnerables,
automáticamente se pierde el suelo que es el verdadero regulador de los caudales de los ríos.
Estos preocupantes cambios de los caudales de los ríos son la evidencia más contundente y el mentís más firme, de que no se está haciendo lo correcto y que, por el contrario, paso a paso nos estamos quedando sin agua.
Esta dramática realidad reclama a gritos sobre la urgente necesidad de crear una autoridad de cuenca en cada río, un organismo con capacidad de regular el uso del suelo y ordenar el territorio, para estabilizar la cuenca y asegurar los caudales necesarios de los ríos. Un organismo participativo que represente a todos los actores, sean estos públicos, privados, municipales, comunitarios o productivos, pero con la firmeza y recursos necesarios para garantizar la sostenibilidad ambiental en nuestras cuencas. No hacerlo sería seguir engañándonos nosotros mismos y condenar el país al desastre inevitable por la falta de agua. La naturaleza nos está dando avisos constantemente.
Reclamamos, demandamos y exigimos, la creación en principio de la autoridad de cuenca Yaque del Norte, por tratarse de la fuente agua con mayor estrés hídrico por la enorme presión a la que está sometido.